1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (No Ratings Yet)
Cargando…

Los valores empresariales de Ingvar Kamprad, el fundador de Ikea

ikea

Ingvar Kamprad, fundador de Ikea, falleció el pasado 27 de enero  a la edad de 91 años después deuna corta enfermedad. Fue uno de esos pocos millonarios que quedaban que podían presumir de haberse construido a sí mismos, ya que se crió en un ambiente humilde.

A los 17 años fundó una empresa que estaría llamada a revolucionar el sector del mueble y a ir mucho más allá. Le bastaron las dos iniciales de su nombre (I,K) y las de su granja y su pueblo (Elmtaryd y Agunnaryd): IKEA. En tan solo seis años, ya había lanzado su primer catálogo de muebles. Corría el año 1951.

Con el tiempo, Kamprad levantó todo un imperio alrededor de su característica oferta, su política de ahorro de costes basada en el automontaje de los muebles y en los paquetes planos. Alrededor de 30 países albergan sus más de 350 tiendas marcadas por unos valores que asumen más de 190.000 empleados.

La fortuna de Kamprad se calcula en 58.700 millones de dólares, según el índice de billonarios de Bloomberg.

Una de las ideas que motivo a Kamprad a crear la cadena de tiendas de muebles más grande y exitosa del mundo, o lo que es lo mismo, Ikea,  fue la idea de “servir a todo el mundo, incluidas la personas que tiene poco dinero”, que siempre trató de inculcar a sus mandos y empleados. Lo que es bueno para los clientes de Ikea, a largo plazo es bueno para nosotros, sostenía.

Otro de los valores que gustaba de propagar entre su plantilla es el de la simplicidad. En su opinión la burocracia solo complica las cosas y las paraliza. La excesiva planificación solo puede llevar al fracaso y a la muerte corporativa.

Aconsejaba a su personal dividir el tiempo en unidades de 10 minutos y destinar las menos posibles a tareas insignificantes.

Otra de las cuestiones sobre las que incidía era el cumplimiento de la tarea, que garantizaba un sueño reparador.

Acerca de los errores, solía decir que siempre estamos expuestos a cometerlos, ya que solo cuando se duerme no se cometen, así que hay que lanzarse.

Con él se marcha toda una época, la de un hombre capaz de desterrar la palabra “imposible” de su diccionario, que aseguraba que la felicidad no es el resultado de alcanzar un objetivo, sino que se encuentra en el camino hacia ese objetivo.