La capacidad de liderazgo y su influencia en el trabajo de equipo
La capacidad de liderazgo es la característica principal que distingue a los buenos líderes de los que no lo son. Contar con un buen líder es uno de los factores más importantes para lograr y consolidar el éxito de una empresa.
De acuerdo con la Psicología del Trabajo, los buenos líderes son aquellos que tienen la capacidad de control y manejo de al menos cuatro aspectos fundamentales de la vida de los equipos. Por una parte, saben comprender la motivación de los miembros de su equipo y cómo incentivarla. Por otra, tienen la capacidad de saber demostrar a su equipo que su trabajo es valioso y que así se valora.
Además, deben tener empatía suficiente para comprender el miedo y la ansiedad, ofreciendo los mecanismos para vencer este tipo de emociones; así como las incertidumbres que puedan surgir y que debe saber ayudar a superar.
No parece una tarea demasiado fácil. A la hora de clasificar los distintos estilos directivos en las empresas, encontramos 7 tipos de liderazgo dependiendo del método aplicado para establecer las pautas y rutinas de trabajo:
Líder democrático: es aquel que antes de tomar una decisión escucha a todas las partes y valora los diferentes puntos de vista. Es el más efectivo de los sistemas. No se trata de que las decisiones se tomen votando entre todos, pero sí que se escuchan todas las voces o las más representativas.
Líder autocrático: es aquel que toma las decisiones sin tener en cuenta ningún otro punto de vista.
Líder burocrático: el que se ajusta estrictamente al reglamento y sigue las normas a pies juntillas sin escuchar a los empleados cuando aquello que proponen va en contra de las normas de la empresa o de lo que tradicionalmente se ha hecho en la organización.
Líder transaccional: es el que utiliza sistemas de premio, una motivación extra, por hacer bien el trabajo. Un inconveniente de este estilo de liderazgo puede ser que no se consiga motivar al empleado si no existe premio.
Líder transformacional: el que propugna cambios constantes y saca a los trabajadores habitualmente de su zona de confort. Las empresas acostumbran a querer líderes así. Lo cierto es que pueden llegar a quemar rápidamente a su equipo, confundirlo o desaprovecharlo.
Líder laissez-faire: es aquel líder no líder, que deja que las cosas fluyan solas.
Líder estratégico: capaz de detectar y de asumir las oportunidades y de guiar al equipo. Suele ser efectivo.
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